¿Te animas a decorar en rojo tu casa o alguna de las estancias? Este tono proyecta energía, poder y vitalidad. Tiene mucha fuerza, porque nuestro sentido de la vista lo distingue fácilmente. Y está asociado también a la pasión y a la creatividad.
No obstante, despierta sensaciones encontradas. No deja de ser el color que utiliza la naturaleza –y organismos oficiales, como Tráfico- para advertir de un peligro.
Decorar en rojo puede potenciar un ambiente muy clásico –pensemos en un salón con paredes de este color-. O uno muy moderno –en los muebles de la cocina, por ejemplo-. Así que vamos a ver algunos consejos para sacarle todo el partido.
Efectos psicológicos
A la hora de decorar en rojo, hay que tener en cuenta sus efectos psicológicos. Es un color estimulante. Por eso es mejor utilizarlo en estancias en las que hay actividad, en vez de en el dormitorio.
Por otro lado, es tremendamente dominante. Su potencia tiende a opacar y hacer ‘desaparecer’ el resto de colores y objetos. Especialmente sus tonalidades más fuertes. Por eso hay que aplicarlo con prudencia.
Si pintas todas las paredes de una estancia de rojo, empequeñecerá y recargará el espacio. Es mejor pintar sólo un panel, siguiendo nuestros consejos de ‘Paredes de acento’. En este sentido, el rojo está desaconsejado para estancias con poca luz natural.
Otra recomendación importante es no dejar en la habitación un solo elemento rojo. Hay que equilibrar el resultado, utilizándolo en distintas partes. Una alfombra, cojines, cuadros, un plaid, flores…
Combinar el rojo
También es preciso combinarlo con otros colores de la manera adecuada. En un salón con paredes blancas, por ejemplo, un sofá rojo aporta dinamismo. Si buscamos un efecto ‘de diseño’, las paredes se pueden pintar de gris.
En una cocina podemos tener muebles rojos, paredes blancas y la encimera en gris. El resultado será muy actual. Si los frentes tienen brillo, reflejarán la luz y evitarán que la estancia parezca pequeña.
Por el contrario, si buscamos un aire más clásico, podemos combinar el rojo con muebles de madera y tonos tierra.
El rojo puede ser nuestro aliado cuando optamos por determinados estilos de decoración, como el oriental o el étnico. Aquí, un sofá blanco y algunos elementos cuidadosamente elegidos nos recuerdan a Japón.
En un ambiente más rústico, nos inclinaremos por el terracota, vinculado al otoño y la naturaleza. Será perfecto para combinar con piedra, maderas oscuras y materiales naturales.
Otro color que combina bien con el rojo es el azul. El segundo aporta serenidad y relajación al primero y permite ‘enfriar’ su fuerza. Algo parecido sucede con el verde, color complementario (opuesto) del rojo.
Esta mezcla de colores la encontramos en las plantas, por ejemplo, de las que podemos tomar ideas. Unas cortinas con motivos vegetales en rojos y verdes pueden alegrar una estancia e introducir en un interior el elemento natural.
Los tonos metálicos –dorados, plateados…- también hacen buena pareja para decorar con rojo. Pero si se nos va la mano, parecerá un decorado de navidad. Me remito, de nuevo, a la foto de arriba para ver un ejemplo de cómo dosificarlos.